lunes, 12 de octubre de 2009

¿DESCUBRIMIENTO O ENCUBRIMIENTO? Quinto centenario de América latina



EL QUINTO CENTENARIO DEL «DESCUBRIMIENTO» VISTO DESDE AMERICA LATINA.


«Cristianisme i Justícia» pidió hace un año a Ignacio Ellacuría una reflexión sobre el «5º Centenario visto desde América Latina». Nos dijo en diversas ocasiones que estaba trabajando el artículo… Ahora dificilmente nos llegarán sus no tas, pero no renunciamos a publicar su autorizado punto de vista. Por esto hemos tomado la grabación magne tofónica de la conferencia que sobre el mismo tema tuvo en nuestro Centro el 27 de enero pasado, en un ciclo coorganizado con «Associació per al diàleg amb les cultures (OSMI» y la «Comssió Internacional de la Crida». Conservando el tono coloquial de la charla, hemos procurado adaptarlo al estilo escri to.

Tratar el tema del quinto centenario del descubrimiento desde la óptica latinoamericana presupone, en primer lugar, un marco teórico de comprensión de dicho acontecimiento histórico.

Obviamente, el quinto centenario visto desde España y por sectores poco críticos va a aparecer una vez más como un cántico a una gran hazaña. En el fondo da la impresión de que lo que más les interesa a los que lo conmemoran desde esa óptica grandilocuente es engrandecerse ellos mismos, es poder decir: «¡que gran cosa hicimos!», es poder contar y cantar las glorias de esto tan grande que hicieron.

Pero en America Latina la verdad es que el quinto centenario, en cuanto tal, no le interesa prácticamente a nadie. Y ello, a mi modo de ver, es lo mejor que puede suceder. El problema es que desde fuera nos va a llegar toda una cascada de escritos, celebraciones y programas. Y, ante tal situación, nosotros vamos a tener que tomar partido, vamos a tener que apuntarnos a las voces capaces de comprender críticamente este asunto. Naturalmente intentaremos que nuestra crítica no se produzca de forma destructiva, pero lo que no vamos a poder tolerar es que se repita, ahora conmemorativamente, lo que realmente pasó en la historia.


SE REPITE LA MISMA HISTORIA CON NUEVOS PROTAGONISTAS

Las conmemoraciones suelen ser distintas de la realidad; por otro lado, ya han pasado cinco siglos como para que se repitan mecánicamente las mismas cosas.

Pero sí que podría pasar, y de hecho está pasando, que el actual «representante conquistador» del mundo occidental -que es ahora EE.UU.- hiciera con respecto al denominado «nuevo mundo», dentro de las posibilidades históricas de nuestro tiempo, lo que antaño hicieron España y Portugal.

Por eso, nuestro combate no se dirige contra lo que pasó hace cinco siglos, sino que lo que pretendemos es recoger la experiencia de lo que pasó entonces para decirles -sobre todo a los norteamericanos, y en parte también a los europeos, en cuanto pertenecientes a la misma civilización cristiano-occidental- que su enfoque actual respecto de América Latina y del Tercer Mundo, en general, no ha cambiado mucho con respecto a lo que pasó cinco siglos atrás.

Este enfoque de la actuación de las potencias occidentales actuales con respecto a los paises del Tercer Mundo se caracteriza, dicho de una manera breve, por cubrir una realidad, que fundamentalmente es de dominio y de opresión, con un manto ideológico muy bonito pero que no es más que pura fachada. Con ello lo que están consiguiendo es falsificar la realidad. Y esto es preciso desenmascararlo.

Lo que se ha hecho hasta ahora, durante estos cinco siglos, es un fenómeno de dominación de unos pueblos, de unas culturas, de unas lenguas, de unas religiones etc. Por tanto, siendo consecuentes, a nuestro modo de ver, lo que corresponde hacer en el quinto centenario (y en todos los demás que puedan venir) es una liberación.

No hay que ser absolutamente cerrado sosteniendo que ese proceso continuado de dominación a lo largo de cinco siglos no ha aportado ningún tipo de bien; ello sería concebir el proceso de dominación y liberación como un cuadro claramente diferenciado en blanco y negro. Y la realidad nunca es así tan «clara y distinta». Pero, con todo, lo que no podemos negar o pretender ignorar es que, al cabo de cinco siglos, otros paises están haciendo en América Latina lo que hizo entonces España. Repito: esto hay que desenmascararlo.


EL «DESCUBIERTO» ES SIEMPRE EL OPRESOR

Hace cinco siglos…

¿Qué sucede realmente en la relación mutua que se estableció entre estos dos grupos de naciones a las que nos venimos refiriendo?

A mi modo de ver, lo primero que sucede es que el «conquistador» o dominador se pone al descubierto. Así, hace cinco siglos, con el «descubrimiento» del llamado «nuevo mundo», lo que realmente se descubrió fue lo que era España en verdad, la realidad de la cultura occidental y también de la Iglesia en ese momento. Ellos se pusieron al descubierto, se desnudaron sin darse cuenta, porque lo que hicieron respecto a la otra parte fue «encubrirla» no «descubrirla». En realidad es el Tercer Mundo quién descubre al primer mundo en sus aspectos negativos y en sus aspectos más reales.

Desde este punto de vista para el Tercer Mundo, sería muy interesante y fructífero, con motivo de este quinto centenario, poder oir la autoconfesión del Primer Mundo. Pero eso, naturalmente, va a ser muy difícil. Por eso nosotros creemos que si el profeta (que en este caso es el Tercer Mundo) no le dice al Primer Mundo la verdad, el Primer Mundo no va a ser capaz de ver y descubrir su propia realidad y, en cambio, va a seguir diciéndole al Tercer Mundo lo que debe hacer.

Si nos fijamos bien, en el comienzo de la conquista lo que dijeron los conquistadores es que venían a hacer a los indígenas cristianos. Pero es obvio que no venían a eso, que tal afirmación era una gran mentira (por más que se quisiera justificar con las mejores razones teológicas, y por más que algunos creyeran sinceramente tales justificaciones). La verdad es bien diferente: España fue a América a dominar, a conquistar a ampliar su poder y sus fuentes de riqueza; vino a eso acompañada de una carga ideológica o ideologizada representada, sobre todo en aquel momento, por la iglesia romana. Fue, pues, la estructura socio-histórica española de entonces la que quedó desvelada (pues estaba oculta) como una poderosa fuerza humana. Quedó desvelado, igualmente, que esa fuerza se movía, sobre todo, por la afanosa búsqueda de riqueza y poder: eso es realmente lo que movía a los individuos que acudieron a América Latina.

Por otro lado, dicha fuerza estaba sobredeterminada por una totalidad expansionista que buscaba el acrecentamiento de su poder (no en vano se habla del Imperio Español) y de su política representada por el régimen político imperante. Y todo ello legitimado por una ideología «cristiana» que, si bien es verdad que aportaba una serie de valores humanizantes -y en este sentido cabe reconocer que entre la colada de gentes que llegaron a América Latina entraron personas realmente con una intención y con una acción contraria a la dinámica principal del proceso- también es verdad que estuvieron siempre subordinados a la consecución efectiva de lo que se pretendía, colectiva y nacionalmente.

…y también hoy

También hoy podemos decir con toda verdad que el Primer Mundo se acerca al Tercer Mundo, globalmente, de esa misma forma y con esas mismas intenciones. Y también viene con un ropaje ideológico que no pretende otra cosa sino encubrir, de una manera «bonita», sus intenciones reales.

Las naciones poderosas de hoy nos dicen que vienen al Tercer Mundo para hacernos «ricos» y para hacernos «demócratas». Pero estas «generosas proposiciones» encierran un proyecto político y económico muy distinto. Y para descubrir y desenmascarar la verdad última de dicho proyecto, no hay que mirar al interior de las fronteras de las naciones dominantes de Occidente, sino que es preciso mirar fuera de sus fronteras, allí donde se manifiestan los efectos últimos de lo que es y de lo que pretende ese proyecto occidental cuyo máxime representante y portador es EE.UU..

Efectivamente, EE.UU. puede ser demócrata, hasta cierto punto, dentro de sus fronteras, siempre y cuando mantenga internacionalmente una posición antidemocrática. Por lo tanto, la democracia, tal como la defienden, es falsa, engañosa, no les importa absolutamente nada como valor universal. Pero la verdad de su sistema político, económico y cultural, donde con mayor claridad se pone de manifiesto, no es en el lugar donde se sacan todos los provechos de ese sistema, sino en el lugar donde necesita estar conquistando y dominando para mantener su estructura de poder.

Podríamos ilustrar esto que aquí sostenemos de diversas maneras. Por poner un ejemplo: ¿Es creíble pensar que a EE.UU. le importa mucho que haya elecciones democráticas en Nicaragua? La verdad es que no le importa absolutamente lo más mínimo. Es más, si Nicaragua fuera un extraordinario aliado de EE.UU., éste le permitiría perfectamente tener el régimen político que qui siera. Lo que pasa es que al capitalismo, por razones de diversa índole, el régimen político que mejor le corresponde y mejor le sirve para defender sus intereses es «este» régimen «democrático».

Otro caso ilustrador lo tenemos en El Salvador. Dentro de la búsqueda pactada de soluciones pacíficas al conflicto interno que está viviendo este país, la guerrilla ha ofrecido su voluntad de acudir a unas posibles elecciones pero, para ello, ha solicitado un cierto tiempo para poder preparar bien su candidatura. Pues bien, la respuesta gubernamental ha sido que no, que eso está contra la Constitución, que la constitución preve que el período presidencial sea de cinco años y que, por tanto, la prolongación del mismo tres meses más -como solicita la guerrilla- es anticonstitucional. Afortunadamente, en este contexto, la Iglesia ha dicho una palabra bastante profética e interesante: «la paz está por encima de la Constitución». Ello fue percibido por los «constitucionalistas», por los «legalistas» y por los «demócratas», como una especie de «herejía». Pero, en el fondo de toda esta «trampa legalista» de la Constitución, nos damos cuenta de que el verdadero problema radica en el temor de los poderosos y opresores: al ver que la propuesta del FMLN puede representar un peligro para el proyecto norteamericano y para el proyecto de ARENA -que piensa ganar las próximas elecciones-, se retiran y dicen «no aceptamos esa propuesta». Y es que, en definitiva, lo que están buscando no es una solución política que responda realmente a las necesidades y a la voluntad de las gentes del pueblo, sino que están buscando una vez más la conquista del poder.

Creo que estos breves ejemplos pueden servirnos para comprender la actualidad de este quinto centenario y la perspectiva desde la cual nosotros quisiéramos abordarlo.


TAMBIEN LA IGLESIA QUEDO Y QUEDA AL DESCUBIERTO.

La Iglesia fue un elemento importante del conjunto del proceso «conquistador» de hace cinco siglos. Si bien no fue la Iglesia quién, desde un afán misionero y evangelizador, proyectó la «misión americana», también es verdad que la Iglesia acabó legitimando este proyecto ideado por otros.

Esta legitimación no siempre y en todo lugar tuvo efectos negativos, sino que, en muchas ocasiones, su acción llegó a ser mejoradora de la realidad existente. En algunos lugares la Iglesia hizo cosas realmente importantes para combatir contra ese proceso dominador y aplastador.

Ciertamente hubo elementos eclesiales -sobre todo entre las órdenes religiosas- en los cuales primaba el servicio a la fe sobre el servicio a la corona, la preocupación evangelizadora sobre las pasiones y los intereses no cristianos, la defensa del indio sobre la legitimación del explotador. Ya en ese momento, pues, se hizo presente -y no de una manera ocasional- la opción preferencial por los pobres. No puede decirse que tal opción fuese la asumida por la iglesia entera en todo momento, por toda la jerarquía, por todas las órdenes religiosas, pero tampoco puede decirse que tal opción fuese algo ocasional o meramente puntual.


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